Resumen
Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son un problema de salud pública debido a la morbimortalidad,
entre ellas destaca el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Se estima que, a nivel mundial, 38 millones
de personas viven con el VIH, de los cuales, 1.8 millones viven en América Latina (Programa Conjunto de las
Naciones Unidas sobre el VIH/sida [ONUSIDA], 2018). Un grupo poblacional susceptible de adquirir el VIH
son los migrantes. Se calcula que tienen 10 veces mayor riesgo de adquirirla, en comparación con otros grupos
poblacionales (Yáñez-Álvarez, Sánchez-Alemán & Conde-González, 2011). La vulnerabilidad del migrante para
adquirir el VIH/ITS se origina durante su tránsito debido a múltiples factores, dentro de los cuales se encuentran
el consumo de alcohol, de drogas intravenosas, y ejercer o ser usuario de la prostitución, lo que promueve prácticas
sexuales de alto riesgo (Yáñez-Álvarez et al., 2011). Estos escenarios contribuyen a que la población migrante efectúe conductas sexuales de riesgo, impidiéndoles ser asertivos sexualmente.