Resumen
Desde los inicios de la epidemia de VIH, la transfusión
de sangre y el uso de hemoderivados ha
sido objeto de preocupación, sobre todo cuando
empezaron a conocerse los primeros casos
de personas infectadas con el VIH después de
haber recibido transfusiones de sangre que estaba
contaminada. Por ello, las agencias reguladoras
identificaron a determinadas personas
y grupos ‘con riesgo elevado de Sida’, entre los
que estaban los hombres que tienen sexo con
hombres, y les prohibió que donasen sangre a
partir de 1983. En la actualidad, es necesario
valorar si los criterios de exclusión que siguen
estando vigentes en la legislación española son
los apropiados para la construcción de una respuesta
al VIH basada en los derechos humanos.