Resumen
Antecedentes: Con la llegada de la terapia antirretroviral combinada (cART), la mortalidad por VIH disminuyó y la supervivencia de las personas que viven con VIH (PVV) aumentó. Esto ha provocado un envejecimiento progresivo de la población infectada, planteando nuevos desafíos sanitarios. El envejecimiento y la infección por VIH actúan en sinergia, aumentando la inmunosenescencia, lo que incrementa la incidencia y aparición precoz de comorbilidades relacionadas con la edad, como enfermedades cardiovasculares, renales y cánceres no relacionados con el sida. Además, se observa una disminución de la mortalidad por VIH y un aumento de la mortalidad por otras causas, como enfermedades no transmisibles. Esta tesis propone evaluar la evolución de los patrones de mortalidad, el efecto del envejecimiento en las comorbilidades y la calidad de vida de las PVV. Metodología: Se utilizó la cohorte PISCIS de Cataluña y las Islas Baleares, combinada con datos del sistema PADRIS. Se emplearon técnicas estadísticas para comparar variables sociodemográficas, calidad de vida y comorbilidades entre PVV mayores y jóvenes. Se analizaron las tasas de mortalidad y los factores de riesgo asociados con la mortalidad por sida o no, así como las comorbilidades relacionadas con la edad y su incidencia en comparación con la población general. Resultados: Las PVV mayores de 60 años mostraron peores resultados en salud física que los jóvenes, con una puntuación media de 46,4 en comparación con 51,3 (p<0,001). Sin embargo, la salud mental se mantuvo estable en ambos grupos. En los mayores, el deterioro cognitivo y los síntomas depresivos se asociaron con una peor calidad de vida. Los jóvenes mostraron una mayor influencia de factores sociodemográficos en los resultados de salud. Entre 1998 y 2020, la mortalidad bruta fue de 14,4 por cada 1000 personas-año, disminuyendo progresivamente con el tiempo. La proporción de muertes relacionadas con el sida cayó del 38,5% en 1998-2003 al 9,8% en 2015-20. En cambio, aumentó la mortalidad por enfermedades no relacionadas con el sida, como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Los grupos con mayor riesgo incluían personas que inyectaban drogas (PWID), hombres heterosexuales y personas con niveles bajos de CD4. También se observó que las comorbilidades eran un factor de riesgo creciente de mortalidad. Las comorbilidades aumentan con la edad, y las PVV mayores de 60 años presentan un incremento en la proporción de pacientes con tres o más enfermedades crónicas. Existe una diferencia notable en la incidencia de comorbilidades entre las PVV y la población general, siendo mayor en las PVV en la mayoría de los grupos de edad. La hipertensión, dislipidemia y diabetes muestran una incidencia especialmente alta. Además, el envejecimiento progresivo de la población con VIH es evidente: se prevé que la proporción de PVV mayores de 50 años aumente hasta el 70% en 2050, con una importante carga de enfermedades crónicas asociadas. Conclusiones: El envejecimiento de las PVV es un desafío creciente para la gestión sanitaria. Las PVV mayores presentan peores resultados físicos y más comorbilidades que los jóvenes, mientras que la salud mental parece mantenerse estable. A medida que esta población envejece, se necesita una atención médica más integrada y adaptada que contemple tanto las necesidades específicas del VIH como las enfermedades crónicas asociadas con la edad. Los resultados de esta tesis destacan la necesidad de una planificación estratégica para afrontar las crecientes demandas de esta población envejecida, que en las próximas décadas tendrá un gran impacto en el sistema de salud.